La Finca Cafetera, apostada en la Granja de Noé, se ha convertido en uno de los espacios preferidos por los usuarios, donde no solo se degusta una deliciosa taza del principal producto de exportación de los colombianos, sino que se conoce de cerca todo el proceso del grano, desde que se siembra, hasta que llega a su paladar.
Pues en este lugar rodeado de animales y plantas de distintas especies, don Orlando Aguirre, administrador del beneficiadero de café, muy en su estilo paisa, los conduce por el magnífico mundo de la producción cafetera, el cual inicia con la elección de las mejores semillas para germinar.
“Desde que se creó la Finca Cafetera pensamos en mostrar a quienes llegan a ella, cómo es el proceso desde la siembra hasta su terminación en la taza. Después de que tenemos la chapola, en un proceso que puede durar entre 60 y 70 días, se pasa a la bolsa en la que se deja aproximadamente cuatro meses, para posteriormente llevarla al terreno donde se siembra y crece el arbolito”, manifestó don Orlando, quien lleva 3 años en el beneficiadero.
Un estilo de vida
Especies de café como Castillo Naranjal, Variedad Colombia amarillo y rojo, Caturro, Borbón y Arábigo, hacen parte de los 1500 árboles sembrados en lugares como La Granja de Noé, el Trapiche y la Pereira Antigua, los cuales después de 24 meses están listos para la recolección del grano, proceso que es realizado por los mismos trabajadores del Parque Consotá, quienes con mucho amor y pasión han puesto al servicio de este hermoso lugar, los conocimientos adquiridos desde muy chicos en las fincas de la región.
“A la edad de 7 años yo ya acompañaba a mi papá a coger café en las fincas de Combia aquí en Pereira. Siempre me ha gustado el campo, y para mí es un gusto enseñar a los visitantes todo lo que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy feliz haciendo mi trabajo aquí en el beneficiadero”, manifestó don Orlando, hombre de voz fuerte y corazón noble.
Luego de dos años de crecimiento y maduración, en las épocas denominadas traviesa (abril y mayo) y cosecha (octubre y noviembre), se efectúa la recolección del grano, en la que se eligen los mejores, aquellos sin broca, que no estén picados, los más grandes y rojos. Estos se llevan al desmuginilizador, donde se pela y lava el café.
“El proceso desde que cogemos el grano hasta que nos lo tomamos dura una semana porque pasa por distintos estados. Hay que dejarlo de un día para otro para hacer su lavado, escoger los mejores granos para llevarlos a la secadora a donde llegan con una humedad de 50 %, la cual hay que bajar al 12 %, debemos revolverlo tres o cuatro veces en el día para obtener un mejor secado”, precisó don Orlando, quien como muchos colombianos, lo primero que hace todos los días al levantarse, es degustar una deliciosa taza de café.
Luego de 30 horas de secado, don Orlando empieza a trillar el producto en la máquina adaptada para ello en el beneficiadero. Los visitantes pueden observar como la almendra se separa del pergamino, y este último se usa como abono para las plantas ornamentales del vivero. Finalmente el grano es tostado a 260 grados durante 15 minutos, pasa por la máquina de enfriamiento, y queda listo para moler.
“Ya cuando está en polvo lo llevamos donde la chapolera, mujer vestida con un traje típico, quien es la encargada de invitar a nuestros visitantes a disfrutar del café artesanal, a base de agua de panela que produce la Granja de Noé. El café que ofrecemos es totalmente orgánico, no se usan químicos y la gran diferencia es que se hace totalmente fresco, el mismo día que se procesa se tiene el gusto de tomarlo”, concluyó Orlando Aguirre.
El Dato
Por la Finca Cafetera del Parque Consotá, abierta al público los domingos y festivos, pasan semanalmente en promedio 1300 visitantes, quienes degustan de manera gratuita una deliciosa taza de café, producto que también es comprado para llevar a familiares y amigos como recuerdo de la estadía en este maravilloso lugar.
“Es un café totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados a tomar. Muy rico, con una textura muy suave, una bebida de calidad que llevaré a casa para compartir”, manifestó María Luisa Acosta, una colombiana residente en Estados Unidos, quien antes de culminar sus vacaciones, viajó desde Medellín a degustar en boca propia, el excelso sabor del que sus amigos tanto le habían hablado.